viernes, 11 de mayo de 2012

La mano invisible

Si Engels nos brindó a mediados del siglo XIX su ensayo sobre La situación de la clase obrera en Inglaterra, hoy Isaac Rosa ha sido capaz de novelar el mundo del trabajo de nuestros días, hazaña inédita en las letras españolas contemporáneas.


Cuando en un panorama de un desolador escapismo cultural parecía que la propuesta más comprometida con los conflictos de hogaño era la novela negra escandinava, aparece una obra tan arriesgada y comprometida como la del escritor sevillano.

Rosa nos plantea el nodo central de la principal contradicción capital-trabajo en términos de alienación personal, dando voz a los sin voz. Sus protagonistas no tienen nombre propio. Son el carnicero, el mecánico, la oficinista, la telefonista, la limpiadora, el camarero, etcétera. Los contemplamos a través de una ventana particular: participando en una suerte de Gran Hermano que consiste en desarrollar su jornada laboral expuestos a la contemplación del público, que puede divertirse con su sufrimiento creciente.

Los personajes no son meros estereotipos; a pesar de su anonimato gozan de personalidad y el juego (casi una danza) que se establece entre todos los participantes en esa aberrante experiencia mantiene la tensión y el interés permanente.

La novela más conocida de Isaac Rosa, El vano ayer, concitó quizás más reconocimientos pero, sin despreciar para nada sus logros literarios, creo que vale la pena aventurarse en este texto, tal vez más difícil y oscuro, pero tan necesario como ese "aire que exigimos trece veces por minuto".

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