Fernández Buey fue un hombre comprometido política y socialmente durante toda su vida, con una enorme preparación intelectual, un excelente profesor dedicado a su profesión, y un gran pensador e investigador, con coherencia e integridad moral. Es un destacado referente intelectual y político, porque sus valores y su capacidad analítica son necesarios en los tiempos sombríos y de pensamiento débil en que vivimos. Fue también un marxista inclasificable, incómodo, heterodoxo, crítico, necesario como sólo pueden serlo quienes quieren ser un “hombre nuevo” en un mundo todavía viejo.
Su legado intelectual nos queda en sus artículos en prensa y en revistas (Materiales, Mientras Tanto), y en sus numerosos e interesantes libros, en los que apelaba a Marx, Lukács, Benjamin, Gramsci, Brecht, para analizar con rigor la realidad en que estamos inmersos para que la razón política no nos haga perdernos a la hora de ser coherentes con nuestra razón moral emancipadora, con la utopía de la liberación. En sus palabras: “El poder deshonra la palabra ‘utopía’ y te da cínicamente palmaditas en el hombro si te declaras utópico y dejas para las calendas griegas la aproximación al otro mundo que propugnas. Una de las cosas más serias que podemos hacer ahora es precisamente impedir que el poder se quede con las grandes palabras de las tradiciones de liberación, y las deshonre. Eso es parte de la lucha social. Y recuperar el buen sentido de la palabra ’utopía’ merece esa lucha…”
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