La bondad, cuando además se tenía valor y se había sufrido la injusticia, era
doblemente apreciada. Gregorio López Raimundo juntaba en su persona
las dos cosas. De manera que, para nosotros, la leyenda era historia real.
Francisco Fernández Buey
Un lustro ha pasado ya desde la desaparición física de Gregorio López Raimundo. Pero el socarrón taustano, el "tozudo aragonés" como le llamaba Teresa Pàmies, nos ha dejado preciosos testimonios de sus luchas políticas y de su azarosa vida personal en sus memorias parciales, Primera clandestinidad.
En sus páginas se recogen emocionantes evocaciones de su Tauste natal, fugazmente entrevisto desde el tren que le transporta a Barcelona en uno de sus viajes clandestinos. O su atracción hacia el "bello sexo" que en más de una ocasión está a punto de costarle algún disgusto mayor. Es una delicia el pasaje de su romance con Denisse, en un París que condenaba a la clandestinidad a los comunistas españoles. Una frivolidad que rompió la cadena de seguridad y que le obligó a dar explicaciones a Carrillo por su desliz.
Conmueve y estremece la descripción de una vida clandestina en Barcelona, siempre agazapado tras una falsa identidad (la de un estudiante zaragozano que prepara una tesis doctoral sobre el Rey Fernando el Católico y precisa trabajar en el Archivo de la Corona). Siempre el temor a ser detenido, a que fallen las citas de seguridad, a sufrir detenciones y torturas, a no resistir... Pero también los momentos de esperanza, cuando se producen los boicots a los tranvías y los días de huelga en marzo de 1951 en Barcelona.
Poco después vendrá su detención, procesamiento y condena. El periplo por las cárceles y de nuevo en 1954 al exilio. Conocerá una segunda clandestinidad, de la que ya no nos pudo brindar un testimonio memorialístico, pero sí todavía presentar un volumen documental denominado Para la historia del PSUC. La salida a la superficie y la conquista de la democracia.
En 1965 será nombrado Secretario General del PSUC (del que ya era responsable en el interior muchos años antes) y desde entonces conducirá al partido de los comunistas catalanes, en la época final del franquismo y la primera transición, a convertirse en la primera fuerza política de oposición. Raimon contribuyó a su leyenda con la canción T'he conegut sempre igual, en la que se refiere a Gregorio con estos versos: "T'he conegut sempre igual com ara / els cabells blancs, la bondat a la cara / els llavis fins dibuixant un somriure / d'amic, company, conscient del perill".
También los grandes poetas se acordaron de este luchador antifranquista y valgan por todos los versos de Rafael Alberti, en su Juan Panadero pide por la libertad de López Raimundo y del pueblo español:
Mas yo soy el pueblo fuerte
que aunque le doblen la vida
sabe nacer en la muerte.
De pronto no tengo cara
y soy como un mar sumiso
que el viento le golpeara.
Pero que nadie se asombre
de verme alzarme de pronto
y responder por mi nombre.
¿Sabéis el que tengo yo?
Me llamo López Raimundo.
Ya el mundo sabe quien soy.
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