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jueves, 11 de abril de 2013

Irene Abad, premio Fundación 14 de Abril

Este próximo sábado, víspera de la conmemoración de la proclamación de la Segunda República española, se entregará en Zaragoza el Premio de la Fundación 14 de Abril a la historiadora Irene Abad Buil. Esta joven profesora se ha ocupado de los asuntos de la memoria histórica ya desde su tesis doctoral, centrándose en el papel de la mujer en la resistencia contra el franquismo.


Su trabajo más destacado en este campo ha sido el titulado En las puertas de la prisión. De la solidaridad a la concienciación política de las mujeres de los presos (Icaria, 2012). Según la propia nota editorial, el libro "compila las numerosas circunstancias que miles de mujeres españolas vivieron desde julio de 1936 hasta la concesión de amnistía en octubre de 1977. (...) Las conocidas como 'mujeres de preso' compartieron las consecuencias de la violencia política del régimen y de sus mecanismos represivos, tejieron sólidas y eficientes redes de solidaridad y protagonizaron un interesante proceso de concienciación política. (...) La labor que las 'mujeres de preso' han desempeñado en pro de la amnistía política del franquismo ha quedado históricamente relegada. Esta publicación hace visible la lucha desempeñada por ellas".

Otros títulos que acompañan su trayectoria investigadora son Leandro Saún y Carmen Casas. Organización política clandestina en la Zaragoza de los años 40 (junto a Iván Heredia) o En constante lucha. Biografía política de Ángeles Blanco, además de numerosos artículos en revistas especializadas.

¡Enhorabuena a la galardonada!




miércoles, 10 de abril de 2013

Stalin revisitado

Colocar en el mismo plano moral el comunismo ruso y el nazifascismo, en la medida en que ambos serían totalitarios, en el mejor de los casos es una superficialidad; en el peor es fascismo.
Thomas Mann

¿Es esto posible? ¿No había quedado sentenciado Stalin para siempre como el "enorme, siniestro, caprichoso y degenerado monstruo humano", a partir del llamado Informe Secreto presentado por Krushov en el XX Congreso del PCUS? ¿O no había dejado establecido Hanna Arendt, en su obra Los orígenes del totalitarismo, que nazismo y estalinismo eran dos caras del mismo fenómeno totalitario? Y, sin embargo, un disidente, Domenico Losurdo, profesor de Historia de la Filosofía en la Universidad de Urbino, nos invita a salirnos de los caminos trillados, a no dar nada por sentado y estudiar el fenómeno en toda su complejidad.


El libro de Losurdo, Stalin. Historia y crítica de una leyenda negra (El Viejo Topo, 2011), merece una lectura reposada: el tema es apasionante y la escritura, espléndida. El autor pretende contextualizar la política de Stalin y sus colaboradores en el marco de la Revolución acosada, tanto por el enemigo exterior como por la fratricida guerra civil, lo que lleva a que la URSS viva en un continuo Estado de excepción.

El enemigo exterior es bien conocido: la agresión de las potencias imperialistas al recién nacido Estado soviético, el aislamiento internacional posterior, la agresión alemana en la Segunda Guerra Mundial y, finalmente, la Guerra Fría.

Más nos interesa el relato de los avatares de la disidencia interna y las repercusiones en la política adoptada por Stalin. Son conocidas las disputas con personajes de la talla de Trotsky, Bujarin, Zinoviev o Kamenev, entre otros. Quienes defienden la "pureza" de la revolución no aceptan la paz de Brest-Litovsk pactada con Alemania, la renuncia a continuar con una Revolución permanente allende las fronteras soviéticas, o la mengua del igualitarismo en la gestión gubernamental cotidiana.

Lo que Losurdo presenta con fuerza es que tales tesis, opuestas a un cierto "realismo político" estaliniano, no eran meras disputas doctrinales, sino que los enfrentamientos alcanzaron grandes dosis de violencia y el uso del terror por ambas partes.

Para dar viveza a la estampa propuesta, Losurdo acude al testimonio del prestigioso escritor Curzio Malaparte, que en las páginas de su libro Técnica del golpe de Estado (1931) señala: "La historia de la lucha entre Stalin y Trotsky es la historia del intento de Trotsky de adueñarse del poder [...], es la historia de un fallido golpe de Estado. [...] Su violencia polémica y su orgullo cínico y temerario, hacen de él una especie de Bonaparte rojo respaldado por el ejército, por las masas obreras y por el espíritu de rebeldía de los jóvenes comunistas contra la vieja guardia del leninismo y el alto clero del partido".

El resto es bien conocido: los conspiradores pierden la partida y Stalin desencadena los procesos de Moscú y el período conocido como el Gran Terror. Losurdo no oculta la presencia de lo que denomina "universo concentracionario" o incluso el uso de métodos terroristas por parte del estalinismo, pero busca contextualizarlo en el marco de una feroz disputa en que las diversas partes luchan denodadamente por el poder.

La contextualización de la violencia estaliniana se acompaña del ensalzamiento de su papel como director de la resistencia contra el nazismo, decisiva para la victoria en la Segunda Guerra Mundial. Y para ello el autor acude a testimonios laudatorios de personajes tan lejanos ideológicamente como Churchill, De Gasperi o Croce.

En definitiva, el texto propuesto es sin duda polémico, pero útil porque nos obliga a repensar la historia. Es cierto que Losurdo no justifica los crímenes estalinianos, aunque también es verdad que pasa de puntillas sobre ellos. Su intención es otra: pretende nadar contra corriente, con todos los riesgos que ello comporta, a costa de ofrecerse como blanco perfecto para las críticas provenientes de uno y otro lado del espectro ideológico. En todo caso, léanlo y opinen por ustedes mismos.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Floreal Torguet o el constructor de la utopía

El Centro Pignatelli de Zaragoza acoge hoy, a las siete y media de la tarde, la presentación de la autobiografía de Floreal Torguet Pena, un ejemplo viviente de la resistencia contra el franquismo y la construcción de las Comisiones Obreras clandestinas. Floreal no solo supo abrazar la lucha correcta, sino que, por encima de todo, fue y es un ejemplo ético para el proyecto de construcción de una sociedad fraternal sin explotadores ni explotados. ¡Un abrazo, Floreal, de parte de Fructidor!


miércoles, 3 de octubre de 2012

Juan Carlos I el Africanista

Gloriosa Enseña, en nombre de España y para honrar al Regimiento de Cazadores de Alcántara de Caballería que representáis y a quienes lucharon heroicamente bajo vuestros colores, me honro en imponeros la Corbata de Laureada que os ha sido concedida
Juan Carlos I

De las aficiones africanas de Su Majestad mucho se ha hablado en los últimos meses (elefantes muertos incluidos), pero me extraña que no se haya comentado más el reciente arranque de "africanismo" que ha supuesto la concesión de la Laureada al Regimiento "Alcántara" por su participación en el conocido como "desastre de Annual".


Con la que está cayendo, convocar hace escasos días, según recogió el diario La Razón, a "las principales autoridades del Estado, las órdenes nobiliarias y militares y buena parte de los ejércitos y la Armada", para rendir homenaje a la política colonialista e intervencionista llevada a cabo por España en el conocido -a principios del siglo XX- como Protectorado de Marruecos, suena hoy como un insulto a la inteligencia y a la sensibilidad.

De todos es sabido que los africanistas, animados siempre por el abuelo de Juan Carlos, Alfonso XIII, aprovecharon la guerra de Marruecos para imprimir una velocidad meteórica a sus carreras militares (Franco, por ejemplo, fue general a los 33 años), a costa de enormes sufrimientos en vidas humanas tanto de rifeños como de españoles. Y no fue casualidad que, entre los instigadores del golpe de Estado del 18 de julio de 1936, se encontrasen una gran mayoría de aquellos militares africanistas.

Hoy, cuando la Asociación de Militares Españoles amenaza con llevar ante la jurisdicción castrense a quienes aboguen por la independencia de Cataluña, volver a convocar el espíritu de aquel ejército de agresión exterior y represión doméstica es un despropósito que debería ser combatido con firmeza desde unas mínimas posiciones democráticas.

¡Triste historia la de España, condenada a perder todas sus guerras, incluidas las que libra contra su propia población!

lunes, 1 de octubre de 2012

Adiós a Eric Hobsbawm

Acaba de fallecer, a los 95 años de edad, el historiador marxista británico Eric Hobsbawm, maestro de varias generaciones de historiadores y militante comunista durante décadas, en un país bastante hostil para con esa tradición política. A continuación reproduzco un artículo de homenaje escrito por José Carlos García Fajardo, aparecido en la web de Público.


José Carlos García Fajardo
Periodista y Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid
 


Hay muchos libros acerca de los grandes acontecimientos históricos del siglo XX: revoluciones, guerras, crisis económicas... Pero no hubo hasta 1994 una auténtica Historia del siglo XX como ésta, que los enlaza todos en una perspectiva global. Hobsbawm ha enseñado a varias generaciones que la Historia no se construye a base de sucesos históricos, sino gracias a cómo conectamos esos hechos y les damos significado.

Para abarcar un panorama tan complejo se requería alguien con la erudición y la sensibilidad de Eric Hobsbawm; alguien que, como él, ha vivido el siglo: que estuvo en Berlín cuando Hitler era proclamado canciller y en Moscú después de la muerte de Stalin; que ha conocido los movimientos revolucionarios de América Latina y ha convivido en Cambridge con Turing o con los descubridores de la estructura del ADN.

Honor y reconocimiento a este otro gran judío universal: sabio, polifacético, cultísimo, marxista, agnóstico y ateo, según sus fases, políglota y lector impenitente. Nació en 1917 y se educó en Viena, Berlín, Londres y Cambridge. Fellow de la Academia Británica y de Academia Americana de Ciencias y Artes, con decenas de doctorados y de grados honoríficos, publicó una serie de libros imprescindibles. Dio clases hasta su retiro en el Birkbeck College de la Universidad de Londres y desde entonces en la New School for Social Research in New York.

Su impresionante trilogía incluye The Age of Revolution, The Age of Empire, y Age of Extremes, el maravilloso Corto siglo Veinte 1914-1991, que después siguió ampliando y comentando hasta el final de sus días.

No me siento triste ni lamento su muerte a sus 95 años. Vivir hasta morir es vivir lo suficiente y Hobsbawm "cumplió sus días". Y así espero que lo recuerden y evoquen los centenares de periodistas que pasaron por mis clases de Historia universal contemporánea y de Historia del Pensamiento político durante los últimos quince años. Fue uno de nuestros autores de cabecera.

jueves, 27 de septiembre de 2012

El grito del pueblo

En estos días tan convulsos resulta de lo más recomendable incluir en nuestro programa de lecturas un comic político de tanta altura como El grito del pueblo, firmado por el dibujante Tardi y el escritor Vautrin. Allí se nos presentan los avatares de aquella breve experiencia de libertad y justicia social conocida como la Comuna de París, liquidada por las armas en 1871.


Tras la ignominiosa derrota de las tropas imperiales frente a los prusianos, el pueblo de París decidió tomar el destino en sus manos, prescindir de tiranos y dictar unas leyes al servicio de los de abajo. Automáticamente los burgueses y militares franceses llegaron a un acuerdo con su -hasta entonces- archienemigo Bismark para, juntos, vencedores y vencidos, acabar con una experiencia revolucionaria que podía suponer la espoleta de demolición de los regímenes que ambos sostenían.

Los cañones y los fusiles se volvieron contra el pueblo, bajo las órdenes de personajes como Thiers y MacMahon, y la experiencia comunera acabó envuelta en un baño de sangre. Cuando Marx se ocupó de la Comuna de París y de su derrota, como nos recuerda Paco Fernández Buey, insistió en la idea de vincular la conquista de la democracia y el comunismo con la consolidación del poder de la clase obrera.


Esta evocación histórica puede resultarnos de utilidad en unos momentos en que la Asociación de Militares Españoles amenaza con llevar ante los tribunales castrenses a quienes aboguen por la independencia de Cataluña o en que la policía se infiltra en las movilizaciones sociales del 25-S y los detenidos en las manifestaciones son llevados ante la Audiencia Nacional. Conviene, pues, no caer en ingenuismos.

La espontaneidad de las movilizaciones convocadas, la ausencia de liderazgos, el alejamiento de los partidos y sindicatos de la izquierda, puede tener sus aspectos positivos, como la frescura de las reivindicaciones o la horizontalidad en la toma de decisiones. Pero cuando tus enemigos son la Troika o los sectores ultra de los aparatos represivos, conviene fortalecer la organización de los sectores populares, evitar caer en provocaciones y trampas, alejarse de los radicalismos estériles y propiciar alianzas de izquierda de amplio recorrido.

No se trata, con toda seguridad, en volver a pensar en el partido de vanguardia que lidere a la clase obrera, pero tampoco sirve confiar en que solo las buenas intenciones harán avanzar de forma real una alternativa de ruptura con el capitalismo depredador de nuestros días. La política es, hoy, más necesaria que nunca, por supuesto la política con mayúsculas y con aliento transformador.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Carrillo, entre la resistencia y el tacticismo

El hombre es una nube de la que el sueño es viento.
Luis Cernuda

Manuel Vázquez Montalbán dejó dicho en las páginas de Pasionaria y los siete enanitos que Santiago Carrillo era un excelente político, pero un pésimo secretario general de un partido que exige una "emulsión tan sutil" como el PCE. La noticia de la muerte de Carrillo nos produce a algunos esa sensación ambivalente, paradójica, que describía el creador de Pepe Carvalho.


En la foto vemos sonrientes a Carrillo, Marchais y Berlinguer en la puesta en escena de aquello que se llamó "eurocomunismo", que tuvo algo de moda y como tal de fogonazo efímero. (En segunda fila vemos sonreír también a nuestro añorado Vicente Cazcarra, que fuera el primer Secretario General del PCA tras la clandestinidad.)

Hoy, Carrillo es alabado por muchos como artífice de la transición y glosada su responsabilidad ante un momento histórico tan delicado. También se ha destacado de forma justa su gallardía en momentos tan difíciles como el golpe militar del 23 de febrero.

Pero se tiende a omitir lo más relevante, en mi opinión, de su figura: aquel joven dirigente de las JSU que ayudó a organizar la resistencia de Madrid frente a la sublevación militar de Franco y ese dirigente comunista que al lado, primero, de Dolores Ibárruri y, a partir de 1960, como Secretario General del PCE, contribuyó a organizar la resistencia antifranquista del que fue conocido simplemente como "el partido". Son casi cuarenta años de lucha en los que el exilio, la cárcel y la muerte eran el destino de muchos de quienes supieron ser fieles a los valores republicanos y soñaron con una España democrática y socialista.

Su papel en la transición ha sido y será fuertemente discutido y discutible. Hasta dónde era lógico ceder en aras de la reconciliación nacional y ante la correlación de fuerzas existente, y hasta dónde se liquidó un patrimonio histórico de lucha que nunca más se pudo recuperar. La ecuación sin duda era difícil de resolver entonces y no se puede liquidar hoy de un plumazo en un ejercicio de política-ficción de carácter retroactivo.

La etapa más oscura y gris de Carrillo, no obstante, para mí, es la posterior al fracaso electoral de PCE de 1982 y su salida de la dirección del Partido. Aquí se pudo ver al Carrillo de los giros tacticistas por antonomasia. Cuando se dio cuenta de que no controlaba a un Gerardo Iglesias que planteaba ideas propias (como la "política de convergencia" que terminó por alumbrar la creación de Izquierda Unida), Carrillo decidió que, si no controlaba el juguete, lo rompería. Su salida del PCE a través de la llamada Mesa por la Unidad de los Comunistas y la creación posterior del Partido de los Trabajadores de España-Unidad Comunista se realizó dando vivas a Lenin y a la Revolución rusa, para acabar dando con los huesos de la mayoría de sus militantes pocos años después en el PSOE.

Carrillo se empleó, y fue utilizado, como un ariente contra el PCE de IU, hasta unos últimos años en que las cosas se fueron apaciguando y las relaciones de cordial frialdad pudieron restablecerse. Mucho daño se había hecho hasta entonces, el PCE sufrió una importante sangría de militantes y también se rompieron muchos lazos en CC.OO. Personalmente, recuerdo unos años de durísima confrontación interna en el PCE contra los denominados "carrillistas" que nos acusaban a los que entonces éramos denominados como "renovadores" de ser prácticamente liquidacionistas. ¡Qué ironía por parte de quienes al poco tiempo corrían a engrosar las filas de ese partido atrapalotodo y sistémico llamado PSOE!

Una última anécdota personal. Años después, mi mujer y yo tuvimos ocasión de conocer en profundidad a ese otro pedazo de historia y de luchadora comunista que era Lise Ricol London, también recientemente fallecida. Ella era una amiga y defensora acérrima de Santiago Carrillo y cuando nosotros le exponíamos los argumentos acerca de la discrepancia política que habíamos mantenido, se enfadaba mucho y nos decía que Carrillo era el principal y más valioso dirigente comunista español. Y seguramente Lise tenía razón... Al menos durante un importante período de tiempo, que hoy nos empieza a aparecer tan lejano, aunque después una parte de ese capital político acumulado se disipara de forma tan acelerada.

Prefiero terminar este recuerdo con el militante decidido en la guerra, con el organizador del gran partido de la resistencia antifascista y con aquel que firmaba mi primer carné del PCE del que tan orgulloso hoy todavía me siento.

viernes, 10 de agosto de 2012

Lawrence & Co

Nada mejor que un buen libro para poder soportar los tórridos sofocos del estío agosteño. Afortunadamente la novela Estrella del alba, reciente novedad editorial aparecida bajo la firma de Wu Ming 4, ha servido para trasladarnos a lejanos escenarios (Oriente Medio, Oxford) sin tener que padecer sacrificio alguno. El mundo entero desde nuestro sillón.


Wu Ming es el seudónimo de un grupo de escritores italianos que trabajan de forma colectiva desde comienzos de este siglo. Surgieron a partir de una matriz de propósito más amplio y universal conocida como Luther Blisset Project, cuya obra más conocida fue la novela Q, acerca de la guerra de los campesinos alemanes de comienzos del siglo XVI. "Wu ming" significa en chino "anónimo", lo que dice mucho respecto de las intenciones que animan al colectivo literario que analizamos. No obstante, y aunque pueda parecer contradictorio, los componentes de Wu Ming en ocasiones realizan trabajos individuales, como es este el caso, y entonces suman un ordinal al nombre común, significando que la responsabilidad sobre este trabajo corresponde a una sola persona.

Estrella del alba nos plantea un atractivo escenario literario: las relaciones de cuatro excelentes escritores británicos (T.E. Lawrence, R. Graves, J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis) anudadas en su retorno a Oxford tras su peripecia por los campos de batalla de la Gran Guerra. En la narración se suman elementos de verosimilitud (Graves fue amigo de Lawrence y escribió su biografía Lawrence y los árabes), junto con meras hipótesis de ficción literaria (los encuentros de Tolkien y Lewis con Lawrence).

La figura central de la obra es el conocido como Lawrence de Arabia, poliédrico personaje, militar del Imperio Británico hasta su muerte, pero consagrado a la tarea de crear un Estado propio para los árabes, dividos y sometidos hasta esa fecha por el Imperio Otomano. Su participación en una guerra de liberación nacional en un contexto de Guerra Mundial no está exenta de contradicciones, y la tarea inacabada, incluso la posibilidad de que su comportamiento se considere una traición a las promesas realizadas a los príncipes hachemitas, pesará como una losa sobre su estado de ánimo. La tortura y violación a manos turcas, así como la clandestina homosexualidad, lastrarán también su salud física y mental, acelerando su declive. Pero, entre tanto, Lawrence alumbrará una las obras cimeras en lengua inglesa de la primera mitad del siglo XX, su relato de la participación en la Rebelión Árabe titulada Los siete pilares de la sabiduría.

Fascinados o críticos frente al personaje principal, girará el resto del formidable elenco literario. Todos ellos arrastran también las heridas (físicas y morales) derivadas de su participación en la guerra: han visto caer a demasiados amigos y hermanos en las trincheras belgas y francesas como para salir indemnes. El exorcismo común será su dedicación en cuerpo y alma a la actividad literaria, aunque las trayectorias de Graves, por un lado, y Tolkien y Lewis, por otro, sean disímiles.

En todo caso, las obras que producirían en el futuro (Graves y Yo, Claudio; Tolkien y El Señor de los Anillos; o Lewis y Una pena en observación) les harán acreedores de la atención de los lectores de las siguientes décadas y nos inclinarán a escudriñar por una rendija aquel momento de encuentro oxoniense a comienzos de la década de los años veinte de la pasada centuria.

jueves, 9 de agosto de 2012

Las sombras de la fe cristiana

Gonzalo Puente Ojea, miembro de la carrera diplomática y ex Embajador de España ante la Santa Sede, es uno de los intelectuales más rigurosos y lúcidos en el análisis de las religiones como aparatos ideológicos y de poder. Su minuciosa aportación sobre el origen del cristianismo ha permitido distinguir los datos de la historia de las astutas operaciones dogmáticas que condujeron a la creación de una nova religio al servicio siempre de los más poderosos. Libros como El Evangelio de Marcos. Del Cristo de la fe al Jesús de la historia o el más reciente La existencia histórica de Jesús. Las fuentes cristianas y su contexto judío son de lectura imprescindible en un país como el nuestro todavía fuertemente impregnado de nacional-catolicismo.


Los escolares españoles y el público en general deberían conocer los resultados de las rigurosas investigaciones que aclaran la "invención paulina" de una religión cristiana edificada sobre la tergiversación de un personaje histórico, Jesús de Nazaret, desprovisto de su contexto. Pablo de Tarso y sus seguidores greco-latinos construyen un relato al servicio de sus intereses, basado en los ritos mistéricos helenísticos, totalmente alejados del Jesús de la historia, Mesías del pueblo judío.


De esta manera Jesús, profeta primero, Mesías después, y siempre figura revolucionaria contra el orden romano establecido en Palestina, se ve desprovisto de sus principales aristas, para evolucionar hacia la creación de un personaje sobrenatural, mitad hombre, mitad dios, que ya no exige la instauración del Reino de Dios sobre la tierra, sino que advertirá que su reino ya no es de este mundo. Así se configura una nueva religión que no solo no cuestiona el orden establecido, sea el Imperio de Roma, el carolingio, o la España de Franco, sino que se aliará de forma inextricable con él. A los humillados y excluidos les toca la ciega obediencia a los poderes políticos y religiosos, y su consuelo ante tanta resignación será alcanzar tras su muerte una vida eterna en otro mundo espiritual.

La flagrante adulteración de los hechos históricos al servicio de los intereses de los poderosos ha intentado ser ocultada del debate intelectural, primero, durante muchos siglos, por la coerción de los aparatos políticos-religiosos (Santo Oficio, hogueras calvinistas), y hoy, por el silenciamiento de los grandes grupos de comunicación, controlados en muchos casos por los sectores más reaccionarios. Pero afortunadamente en estos momentos podemos encontrar publicaciones tan desveladoras como las aquí comentadas, cuyo conocimiento serviría para despejar las sombras de una fe arcaica bajo la potente luz de la razón y la historia.

Llama la atención que un personaje de la talla de Puente Ojea no tenga un mayor reconocimiento público. Pero qué esperar de un país que ha conocido el nombramiento de dos Embajadores ante la Santa Sede, por parte de un Gobierno del mismo partido, el PSOE, de perfiles tan disímiles como los de Gonzalo Puente Ojea (1985-1987) y Francisco Vázquez (2006-2011). Este último, típico ejemplo de Alcalde de ordeno y mando, nacionalcatólico y autoritario, parecería casar mal con un partido que todavía se dice de izquierdas, pero con sus hechos desmiente cualquier proclama. Sin embargo, Puente Ojea, nombrado Subsecretario por aquel Ministro de Exteriores, Fernando Morán, pronto defenestrado por su propio partido, sí que ha constituido un ejemplo de coherencia intelectual y compromiso personal dignos de cualquier causa avanzada. Hoy nuestro mejor homenaje es la lectura y difusión de su abundante producción ensayística.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Gramsci y la verdad política

 Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad
Antonio Gramsci

Un espíritu cultivado no dejaría de sorprenderse por el escaso eco suscitado en nuestro país por la reciente conmemoración del centenario del nacimiento del pensador y activista político italiano Antonio Gramsci. Si el sardo fue en los años 70 y 80 de la pasada centuria uno de los más evocados en el lenguaje político de la izquierda, en particular la comunista, hoy parece navegar en el olvido.


Tan solo la incansable y rigurosa labor de intelectuales como Francisco Fernández Buey o Rafael Díaz Salazar, han mantenido viva la llama de su pensamiento hasta nuestros días. Alguien podría plantearse que su eclipsamiento pueda deberse a la pérdida de vigencia de sus ideas, pero más bien debemos contemplarlo como un efecto más de la derrota ideológica, política y cultural, de la izquierda en las últimas décadas de hegemonía del neoliberalismo.

"Hegemonía", concepto básico para acercarnos a la obra compleja y dispersa de Gramsci (tengamos en cuenta que en buena medida fue escrita desde las cárceles del fascismo, en duras condiciones físicas y psicológicas). El que fuera Secretario General del Partido Comunista de Italia tiene siempre presente la cuestión de la revolución en el contexto de los países occidentales y desde la óptica de la derrota, para lo cual no servía la mera copia del original de la Revolución Rusa. A su parecer, la cuestión de teoría política más importante es la de la "guerra de posiciones", verdaderamente crucial porque "cuando se gana la 'guerra de posiciones' se decide definitivamente". Y para ganar la "guerra de posiciones" se precisa "una concentración inaudita de la hegemonía", siendo conscientes de que su triunfo exigirá "enormes sacrificios a importantes masas de la población".

En definitiva, el triunfo de la revolución en un país del capitalismo desarrollado no provendría, en principio, de una única acción de vanguardia (la "guerra de movimiento" solo serviría para conquistar "posiciones no decisivas"), sino que dependería de la articulación de una mayoría social capaz de resistir una guerra de asedio, para lo cual es imprescindible ganar la batalla ideológica y generar una nueva hegemonía.

Alguna lectura de todo ello podríamos extraer para la lucha de nuestros días contra el capitalismo globalizado: si no somos capaces de generar un nuevo "sentido común" favorable a la transformación social, las luchas inconexas no bastarán para dar a luz un mundo nuevo, y en todo ello tiene mucho que ver la lucha cultural cuyo escenario se sitúa hoy en buena medida en el ciberespacio. Internet seguro que entusiamaría a un Gramsci que entendió la importancia de los medios de comunicación de masas (de ahí su colaboración en L'Ordine Nuovo).

Y para los más jóvenes, para los más descreídos respecto de la política, un último mensaje gramsciano: "en la política de masas decir la verdad es una necesidad política". La verdad es revolucionaria.

lunes, 30 de julio de 2012

Amandla!

Una vez más, levanté el puño y grité "Amandla! Amandla! Amandla!". Entonces, de manera espontánea, la gente empezó a cantar nuestro hermoso himno Nkosi Sikelel' iAfrika.
Nelson Mandela

El pasado 18 de julio, Nelson Mandela cumplió 94 años. Su figura, hoy convertida en una leyenda por su incansable lucha contra el apartheid en Sudáfrica, nos recuerda que, en efecto, no todos los políticos son iguales y que las luchas de los pueblos, conducidas con firmeza e inteligencia, al final obtienen sus objetivos.


Quienes deseen profundizar en los hechos de su vida, en las ideas que alimentaron sus combates, pueden leer su autobiografía titulada El largo camino hacia la libertad, un texto de alta calidad literaria, cuyos materiales fueron acopiados durante sus largos años de cautiverio en la isla de Robben y para cuya redacción final contó con la ayuda de varios colaboradores y consejeros, entre otros la premio Nobel de literatura, Nadine Gordimer, de la que volveremos a ocuparnos en una próxima entrada.

Conviene detenerse en la lectura de sus páginas para no dejarse llevar por una falsa imagen de "buenismo" del personaje, tan querida por lo políticamente correcto. Mandela fue un decidido luchador, fundador del Umkhonto We Sizwe (La lanza de la nación), brazo armado del Congreso Nacional Africano (CNA). Fue acusado de promover cientos de acciones de sabotaje, lo que nos provoca una reflexión sobre la, en ocasiones, difusa distinción entre terrorismo y lucha armada. Los movimientos populares que han sostenido una lucha armada y han alcanzado el éxito final y la consecución de sus objetivos históricos (sean estos la Revolución Cubana, la Autoridad Nacional Palestina o el CNA) ya no serán calificados en adelante como meros terroristas o delincuentes. Pero si hubiesen sido derrotados... Vae victis! ¿Quién se acordaría entonces de los Castro, Arafat o Mandela?

Celebremos, pues, el triunfo de una lucha del pueblo contra la minoría opresora, una conquista que sirvió a la causa de la libertad y de la igualdad de todos los hombres y mujeres, independientemente de su raza u otra condición social, y aprovechemos su lección para las luchas de hoy, que también exigen determinación y liderazgos políticos y sociales basados en la honestidad, la convicción y la propuesta concreta. ¡Otro mundo será posible si peleamos por él!