Carlos Bardem hubiese podido interpretar al gángster de la mítica Goodfellas de Martin Scorsese. Pero también es "uno de los nuestros" por su compromiso social ("No a la guerra", defensa del pueblo saharaui) y político. En vísperas del estreno de la película Alacrán enamorado, basada en su propia novela, este fragmento de una entrevista publicada en El Periódico de Aragón refleja las claves de su rebeldía.
-¿Es usted pesimista?
-No soy pesimista por sistema.
Pero sí soy realista. Y creo que hay salida. Y que la salida viene de la
lucha. De despertarse. En este país, afortunadamente, en los últimos
dos años mucha gente se ha despertado de una realidad, han salido de Matrix.
Pero todavía es poco. Un pueblo unido que tenga cuatro conceptos
básicos sobre justicia social tiene un gran futuro. Un pueblo que se
fraccione y que solo atienda al odio y al enfrentamiento no tiene
futuro.
-Ningún partido político ha sabido asumir como propio
el espíritu del 15-M. Ni Equo.
-El 15-M por definición es un
movimiento ciudadano que surge contra un sistema político que
representan en los grandes partidos. No tengo problema en decir que voto
a IU.
-Pero no militante.
-No. Ni nunca lo seré.
No va conmigo. Quiero la libertad de apoyar con mi voto a quien yo crea
que se lo merece en cada momento. Uno de los problemas de este país es
que tenemos una política futbolera. Vivimos en un permanente
Barça-Madrid: PP-PSOE. No, señores. Hay una realidad detrás de eso. IU
comete errores, pero creo que la gran mayoría de reivindicaciones del
15-M están recogidas en su programa desde hace tiempo. Y creo que la
única forma de cambiar esto será el encuentro entre los movimientos
ciudadanos y las fuerzas políticas. En el momento en que se encuentren
calle y el Parlamento en la misma dirección y se rompa el bipartidismo,
que es uno de los pilares básicos de esta estafa, podremos cambiar
cosas.
-¿Le dio envidia ver que el Parlamento de
Chipre se negaba el 19 de marzo a aceptar un plan para recortar todas
las cuentas de todos los ciudadanos?
-No se puede simplificar
tanto, que es algo que hacemos mucho en Twitter (risas). A ver, supongo
que el Parlamento chipriota tampoco es un dechado de virtudes, pero sí
tuve sana envidia al ver que ni un solo parlarmentario chipriota apoyaba
ese día las políticas que supone meter la mano a la cuenta de la gente,
que es un atraco. Eso es una incautación. Pero por lo menos allí lo
votaron. Aquí, lo triste es que Zapatero, el de «nunca os decepcionaré»,
y su aliado de viaje desde la santa Transición aprobaron ellos solos,
en agosto, cambiar la Constitución. Ahora veo a los del PSOE rasgarse
las vestiduras. ¡Oigan! Esto no es una crisis es una estafa. Hay mucha
gente detrás de esos dos muñequitos vociferantes que son el PP y el
PSOE. Ambos partidos trabajan para la misma gente. Se retiran en los
mismos consejos de administración. Unos son cara amable y los otros, la
dura.
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