viernes, 25 de octubre de 2013

Librería Cálamo: treinta años de agitación cultural

La Librería Cálamo cumple treinta lozanos años, el inicio de su madurez. Paco Goyanes aúna las condiciones del perfecto librero con las del inquieto agitador cultural, un cóctel inmejorable. Os acompaño una reseña que Heraldo de Aragón dedica a la efeméride. ¡Felicidades!


La palabra Cálamo tiene varias acepciones: es una flauta antigua, una caña y es, también, una pluma de ave o de metal para escribir. Este vocablo tan polisémico ha dado nombre a una de las grandes librerías zaragozanas y españolas, fundada por Francisco Goyanes en octubre de 1983, hace ahora 30 años. Desde entonces, Cálamo, con Goyanes y todo su equipo, ha desplegado una intensa labor de agitación cultural que se ha visto recompensada en varias ocasiones. En su palmarés, repleto de distinciones, destacan por ejemplo los premios a la mejor actividad cultural, promovida por librerías, de 1989 y al de Mejor Librero de 2001, ambos otorgados por CEGAL y el Ministerio de Cultura. Goyanes fue designado Hijo Predilecto de Zaragoza en 2010.

 

Cálamo, desde sus orígenes, siempre ha apostado por la especialización y por un servicio de cercanía con el cliente. Afirman: “Reivindicamos el viejo espíritu librero: nos gusta hablar con nuestros clientes, conocerlos como lectores y aconsejarles”. Su campo de acción son las humanidades (pensamiento, historia, la literatura), el arte (durante años, Cálamo tuvo una librería especializada en arte y diseño en el Palacio de Sástago), los viajes (también contó con una agencia) y los idiomas, entre otras cosas. Ha tenido un establecimiento específico de literatura infantil y juvenil y de francés, que ahora ha trasladado a la plaza de San Francisco, cerca de su sede central. E incluso ha participado en dos sellos editoriales.

Cálamo ha hecho
muchas cosas en estos treinta años. Ha organizado presentaciones de libros, exposiciones artísticas y bibliográficas, conciertos, lecturas públicas, cuentacuentos para niños, cursos de escritura, etc. También ha innovado: ha organizado fiestas especiales o ha cambiado, el 23 de abril, la rosa por la borraja. Y han rendido, en los peldaños de su escalera, homenajes a escritores, impresores o artistas: como José Luis Rodríguez, Manuel Vilas, Francisco y Stela Boisset. Hace doce años, Paco Goyanes y su equipo, siempre en colaboración con distintas instituciones, crearon los Premios Cálamo, que votan en parte sus clientes y que han recaído en importantes escritores y artistas: Isidro Ferrer, Almudena Grandes, Peter Stamm, Rafael Chirbes, Alberto Ruy Sánchez, Javier Reverte, Juan José Saer, John Berger, Javier Cercas, Cristina Fernández Cubas, José María Conget, José Luis Peixoto, Antonio Ansón, Manuel Rivas, Javier Delgado, Kim y Antonio Altarriba, Joaquín Berges, Santiago Auserón, Gervasio Sánchez o Javier Sebastián, entre muchos otros. La cena de los Premios Cálamo reúne a más de 200 personas.

A la vez,
Cálamo se ha significado en el apoyo a las editoriales independientes, “dándoles visibilidad en sus estanterías, en su web, en su ‘Agenda mensual’” y ahora también en sus medios audiovisuales. También tiene un vínculo especial con la Feria de Guadalajara (México) y en su afán de renovación de búsqueda, con la editorial Nórdica y con la Vinatería El Rincón del Arpa (Tarazona), ha creado el portal www.vinosylibros.com. Una de sus características ha sido un toque de distinción y el mimo indesmayable al oficio y a los buenos libros.

Esta tarde y esta noche, en el
Teatro de la Estación, Cálamo organiza un homenaje a los libreros y a las librerías, a las 20.00, bajo el epígrafe ‘Ronda de opiniones. Librerías: pasado, presente y futuro’, donde habrá lecturas breves de tres minutos como máximo de “escritores, editores, distribuidores, artistas, clientes, bibliotecarios, obreros”, etc. A las 22.00 se celebrará una fiesta de libre acceso en la misma sede del Teatro de la Estación, en la calle C. /Domingo Figueras Jariod, 8-10). Paco Goyanes, Ana Cañellas y León Vela afirman: “A una crisis económica profunda y dolorosa a la que no se le ve una pronta salida –la verdad, no nos creemos mucho lo que los poderes públicos pregonan-, se añaden transformaciones radicales en la producción cultural y en sus formas de transmisión y consumo”. Pese a todo, añaden: “Podemos estar preocupados pero en absoluto inertes, paralizados y aburridos. Celebremos la vida y que nos quiten lo bailado: somos y seremos. Y fiestas no dejemos pasar ni una”.

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