Gonzalo Puente Ojea, miembro de la carrera diplomática y ex Embajador de España ante la Santa Sede, es uno de los intelectuales más rigurosos y lúcidos en el análisis de las religiones como aparatos ideológicos y de poder. Su minuciosa aportación sobre el origen del cristianismo ha permitido distinguir los datos de la historia de las astutas operaciones dogmáticas que condujeron a la creación de una nova religio al servicio siempre de los más poderosos. Libros como El Evangelio de Marcos. Del Cristo de la fe al Jesús de la historia o el más reciente La existencia histórica de Jesús. Las fuentes cristianas y su contexto judío son de lectura imprescindible en un país como el nuestro todavía fuertemente impregnado de nacional-catolicismo.
Los escolares españoles y el público en general deberían conocer los resultados de las rigurosas investigaciones que aclaran la "invención paulina" de una religión cristiana edificada sobre la tergiversación de un personaje histórico, Jesús de Nazaret, desprovisto de su contexto. Pablo de Tarso y sus seguidores greco-latinos construyen un relato al servicio de sus intereses, basado en los ritos mistéricos helenísticos, totalmente alejados del Jesús de la historia, Mesías del pueblo judío.
De esta manera Jesús, profeta primero, Mesías después, y siempre figura revolucionaria contra el orden romano establecido en Palestina, se ve desprovisto de sus principales aristas, para evolucionar hacia la creación de un personaje sobrenatural, mitad hombre, mitad dios, que ya no exige la instauración del Reino de Dios sobre la tierra, sino que advertirá que su reino ya no es de este mundo. Así se configura una nueva religión que no solo no cuestiona el orden establecido, sea el Imperio de Roma, el carolingio, o la España de Franco, sino que se aliará de forma inextricable con él. A los humillados y excluidos les toca la ciega obediencia a los poderes políticos y religiosos, y su consuelo ante tanta resignación será alcanzar tras su muerte una vida eterna en otro mundo espiritual.
La flagrante adulteración de los hechos históricos al servicio de los intereses de los poderosos ha intentado ser ocultada del debate intelectural, primero, durante muchos siglos, por la coerción de los aparatos políticos-religiosos (Santo Oficio, hogueras calvinistas), y hoy, por el silenciamiento de los grandes grupos de comunicación, controlados en muchos casos por los sectores más reaccionarios. Pero afortunadamente en estos momentos podemos encontrar publicaciones tan desveladoras como las aquí comentadas, cuyo conocimiento serviría para despejar las sombras de una fe arcaica bajo la potente luz de la razón y la historia.
Llama la atención que un personaje de la talla de Puente Ojea no tenga un mayor reconocimiento público. Pero qué esperar de un país que ha conocido el nombramiento de dos
Embajadores ante la Santa Sede, por parte de un Gobierno del mismo
partido, el PSOE, de perfiles tan disímiles como los de Gonzalo Puente
Ojea (1985-1987) y Francisco Vázquez (2006-2011). Este último, típico
ejemplo de Alcalde de ordeno y mando, nacionalcatólico y autoritario,
parecería casar mal con un partido que todavía se dice de izquierdas,
pero con sus hechos desmiente cualquier proclama. Sin embargo,
Puente Ojea, nombrado Subsecretario por aquel Ministro de Exteriores,
Fernando Morán, pronto defenestrado por su propio partido, sí que ha constituido un
ejemplo de coherencia intelectual y compromiso personal dignos de
cualquier causa avanzada. Hoy nuestro mejor homenaje es la lectura y difusión de su abundante producción ensayística.
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