Presentación de José Luis Cano:
Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai per una selva oscura.
Dante Alighieri Para esta exposición, Miguel Ángel Encuentra ha traído una selección de obras pertenecientes a tres series distintas, que próximamente se verán completas en Huesca: Negra Esperanza, Rojas y Yi.
Negra Esperanza. El caso es que, tanto Encuentra como yo, e tutti cuanti, hemos dejado atrás il mezzo del cammin di nostra vita, aunque seguimos encontrándonos en una selva tan oscura que hace cierta la sorprendente afirmación que me hizo nuestro pintor un día: "Al fin y al cabo, el verde oscuro es negro". También podemos decirlo al revés y basar en ello nuestra esperanza. A estas alturas, quedan pocas alegrías en la casa del pobre, pero aún hay alguna. Como que guardemos en nuestros corazones el recuerdo del resplandor en la hierba verde, que te quiero verde, que cantan los poetas, o la de haber sobrevivido a los padres de la infamia, Reagan & Thatcher, que ya llevan tiempo criando malvas, y poder cumplir la profecía de Siniestro Total bailando sobre sus tumbas.
Rojas. "Batirse el cobre" es la excusa que pone Encuentra para cambiar en esta serie el soporte de cartón por el de cobre. En las superficies rojas de Encuentra aparecen rastros negros más o menos contundentes, de la misma forma que en las manifestaciones de su época, según cuenta Breton en Nadja, era justo y necesario que algunas banderas negras pusieran el contrapunto a la marea de banderas rojas. Batir es tanto como golpear. Como golpeaba, por ejemplo, la cuña roja de El Lissitzky a los blancos. En aquel cartel, la cuña roja golpeaba desde arriba y hacia la derecha al enorme círculo blanco, mientras que en la pintura de Encuentra la cuña roja puede aparecer por cualquier lado. El que avisa no es traidor.
Yi. Para George Rowley, la mejor traducción para el concepto yi es algo así como "sin trabas", aunque reconoce que "la cuarta y suprema categoría de la excelencia desafía toda definición". Así que el yi sólo se podrá alcanzar, si se alcanza, a partir de cierta edad. Encuentra parece estar en camino de conseguirlo. Sus trazos de tinta china o de tinte de mora, tan espontáneos como intencionados, sin posibilidad de retoque o arrepentimiento, se alzan ante nosotros con la contundencia de una chopera, se precipitan sobre el cartón con la fuerza de la lluvia en una tormenta de verano, tienen la rectitud de un surco, la profundidad de un congosto o la sutileza del vuelo de un mosquito.
Si me permiten terminaré con lo que puede parecer un chiste fácil. Miguel Ángel sigue fiel a sí mismo, en perpetua búsqueda, para acabar de hacer cierto su apellido, Encuentr.
José Luis Cano
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