martes, 8 de abril de 2014

Centenario de Howard Fast

¡Yo soy Espartaco...!

Howard Melvin Fast seguramente pasará como un desconocido para la gran mayoría de lectores de nuestros días, con excepción de los más avisados. Sin embargo, si decimos que es el autor de la novela histórica Espartaco, en la que se basó la homónima película producida por Kirk Douglas, la cosa cambia. Próxima la conmemoración del centenario de su nacimimiento, parece oportuno recordar a este notable escritor y digno combatiente por las libertades.


Hijo de inmigrantes judíos, escritor autodidacto, su mayor "delito" fue comprometerse política y socialmente. Su pertenencia al Partido Comunista de los Estados Unidos le significó la persecución en los años de plomo del macartismo. Concretamente su participación en una campaña de recaudación de fondos a favor de los republicanos españoles refugiados en Francia le supuso una pena de prisión de tres meses por desacato al Congreso norteamericano.

Estando en la cárcel comenzó a pergeñar su novela sobre el líder de la última de las Guerras Serviles, el esclavo tracio Espartaco. La historia puede ser considerada una metáfora sobre cualquier rebelión de los de abajo contra las graves injusticias sociales, un mensaje que obviamente contenía -y sigue conteniendo- un germen de subversión.


Eso le llevó a no encontrar editor para publicar su libro y tener que fundar una editorial propia, Blue Heron Press, a fin de que sus historias viesen la luz. Sorprendentemente, a pesar de su inclusión en la lista negra, la obra fue un éxito que vendió miles de ejemplares y su fama fue mundial a raíz de la realización de la película dirigida por Stanley Kubrik, con guión de otro perseguido político como fue Dalton Trumbo.


Tal vez Howard Fast no fuese el mejor escritor de su generación, aunque sí un digno representante de la misma; pero su coraje cívico y político, y su capacidad para crear personajes que transmitan fuerza y dramatismo en la lucha por un mundo mejor, merecen rescatar su figura de cualquier olvido.

PD. Por cierto que la historia de Espartaco no solo fue recreada desde la palabra o la imagen, sino que también tuvo un importante protagonismo en el ballet que, con música de Aram Khachaturian, vio la luz en la URSS de 1956.


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