"Escribir, como vivir, es un acto político, salvo que ambas cosas se tomen como un simple pasatiempo". Este breve, sintético y significativo epígrafe figura al comienzo de la última y deliciosa obra de Francisco Javier Aguirre, Desertores de Dios.
La nueva propuesta de Ediciones Nuevos Rumbos, en su colección Fuera de serie, nos permite adentrarnos en una arriesgada narración que siempre surge de dentro hacia afuera y que, a través de una pequeña ventana de realidad, aparentemente tan cerrada como un convento, ilumina las debilidades y flaquezas de la condición humana.
El humilde protagonista, un fraile lego, sumergido en el seno de una poderosa Congregación en vísperas de la proclamación como beato de uno de los suyos, se convierte involuntariamente en el epicentro de un cruce de luchas intestinas con componentes políticos y religiosos de alcance insospechado. El aliento de la novela no cede a lo largo de toda su extensión, al tiempo que nos exige una lectura atenta y reflexiva.
El mundo cerrado, el hortus conclusus, que representa el convento no significa en este caso alejamiento de los problemas del mundo real, sino más bien su reflejo tamizado por la peripecia de un protagonista que en ocasiones parece un personaje de tragedia griega, abandonado por su suerte a los elementos, pero que al cabo puede acercarnos con toda facilidad a los temas universales de la literatura.
Francisco Javier Aguirre sabe retratar con maestría las implicaciones que tiene para una persona vivir sumergida en el seno de una comunidad absorbente en lo ideológico y negadora de la individualidad, como puede ser la Congregación que describe. Tan solo unas notas de humor permiten descargar de tensión la narrativa, como esas anécdotas impagables acerca de las ridículas rivalidades entre frailes o las primeras experiencias eróticas adolescentes de los postulantes "apostólicos".
En definitiva, una obra mayor, profunda, cargada de reflexión y emoción, cocinada por un escritor de largo aliento y servida con exquisitez por la editorial independiente de los hermanos Pérez Collados.
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