Acaba de aparecer en La Marea una interesante entrevisa realizada por Thilo Shäfer a Alberto Garzón, economista crítico y Diputado de IU en el Congreso, que os acompaño.
Entre sus referentes teóricos, el político, activista y economista
Alberto Garzón (Logroño, 1985) enumera, cómo no, a Carlos Marx, quien ya
advirtió hace más de un siglo contra el poder destructivo del capital
cuando éste pierde la relación con el mundo de la economía real. El
diputado de Izquierda Unida por Málaga, que acaba de publicar La
Gran Estafa (Destino), asegura que los mecanismos impuestos para
salir de la crisis están diseñados fundamentalmente para satisfacer las
necesidades del sector financiero, cuya voracidad y búsqueda permamente
de rentabilidad sobre el capital han causado el actual derrumbe de la
economía real. Entre un viaje y otro a Andalucía, Garzón habló con La
Marea en una bulliciosa terraza de la Plaza Olavide de Madrid.
En Chipre parece que la banca está otra vez en el origen de
la crisis, como ya había ocurrido en Islandia, Irlanda y también en
España. ¿Qué conclusiones hay que sacar de ese fracaso?
Que un modelo de crecimiento basado en el endeudamiento permanente es
insostenible en el tiempo. Esto explica que ahora toda la periferia del
sur de Europa, pero no sólo del sur, esté endeudada altamente, sobre
todo por el lado privado. La conclusión es que no se puede pagar esta
deuda tan elevada. La forma de abordar esta crisis a partir de políticas
de austeridad no funciona. Es imposible que funcione porque deteriora
la capacidad de los países para devolver esta deuda. La política de
austeridad no tiene como objetivo resolver la crisis, sino cambiar el
modelo de sociedad a partir del empobrecimiento generalizado. Se trata
de sanear a la banca a fuerza de recortes de salarios y servicios
públicos.
Hay grandes cantidades de dinero que están buscando unas
tasas de rentabilidad que son difíciles de encontrar en la economía
real. ¿Hay demasiado dinero en el mundo?
El dinero lo crean también los bancos y efectivamente hay unas
grandes cantidades de dinero que buscan un espacio de rentabilidad en
una economía real que está en recesión. El dinero se mueve mucho dentro
del propio sistema financiero. Esto ha ocurrido muchas veces antes.
Desde el estallido de la burbuja inmobiliaria en EEUU, los fondos de
inversión se han trasladado hacia otros mercados financieros, como los
futuros de materias primas, algo basado en la economía real, ya que se
trata de la alimentación de la gente. Otra salida que está buscando este
dinero es la privatización de espacios públicos para que se conviertan
en espacio de ganancias para los capitales privados. Es una vía muerta
que toma el capitalismo para salvarse de su propia crisis.
Parece que el capital es lo único que está realmente
globalizado…
Efectivamente, porque si miramos a las personas, incluso dentro de la
Unión Europea hay muchas trabas y leyes de extranjería. Hay que poner
freno al libre movimiento de capitales. Hay que regular la actividad
financiera para que sirva a la economía real y no sea pura especulación.
Esto sólo beneficia el enriquecimiento de unos pocos pero con efectos
devastadores sobre la economía real. El objetivo debe ser subordinar la
economía financiera a la economía real y subordinar ésta a las
necesidades de la gente.
¿La versión light de la Tasa Tobin que han aprobado 11 países
europeos es un primer paso en esta dirección?
Es un instrumento que puede servir a dos necesidades: desincentivar
la especulación y aumentar la recaudación. Lo que han hecho estos
gobiernos tiene más que ver con la recaudación. Es una medida muy
moderada que no va a conseguir frenar la especulación financiera. Lo
ideal sería que en el marco de la UE se regulara el libre movimiento de
capitales con el fin de que la Unión Europea sea una zona de
autosuficiencia financiera subordinada a las finanzas de la economía
real. Y habrá que erradicar los paraísos fiscales. En todo caso es muy
poco probable que eso ocurra porque la propia UE está diseñada para
mantener este modelo neoliberal de libre circulación de capitales.
¿Con la política de austeridad se pretende que España vuelva
al modelo de ser un país de mano de obra barata?
Está claro. La UE no es la unión romántica de los pueblos sino la
unión interesada de unos poderes, pilotados por Alemania, con cierto
peso de Francia, que, desde luego, no quieren modernizar las industrias
del sur porque no quieren competidores para sus empresas.
IU ha propuesto hacer una auditoría de la llamada deuda
ilegítima.
Sí, y fue rechazada en el Congreso. Pero la historia económica
demuestra que no queda otro remedio que hacer una reestructuración de la
deuda. Es lo que ha ocurrido en Grecia, por ejemplo, sólo que la
reestructuración allí fue dirigida por las élites. Tuvieron que hacerlo
porque el lastre de los tipos de interés de la deuda era insoportable e
imposibilita la salida de la crisis. Aquí también tenemos una deuda
impagable. No sólo es una deuda inmoral en el sentido de que tiene su
origen en salvar a los bancos, sino que también es una deuda imposible
de pagar en términos económicos. En 2013 pagaremos casi 40.000 millones
de euros en intereses sobre la deuda pública.
Últimamente hemos visto pequeños pasos para cambiar las
reglas de la banca, respecto a los desahucios por ejemplo. ¿Cree que
aumentará más la presión sobre la banca?
Estamos en una fase inicial donde los avances, como en el caso de los
desahucios, se deben a la presión social. Sin embargo, los partidos que
controlan la administración pública no están dispuestos a enfrentarse
al poder financiero. La troika ha decidido que la prioridad es salvar el
sistema financiero por encima de cualquier otro tipo de problemática.
Esto explica por qué los grandes partidos no están dispuestos a forzar
la dación en pago con carácter retroactivo o por qué aceptan una quita
importante en las participaciones preferentes.
Entiendo de sus palabras que el PSOE no les parece un aliado
muy fiable para la lucha contra el poder de la banca…
No, porque el PSOE firmó un pacto para la reforma constitucional en
2011 con el PP que fija la prioridad del pago de la deuda pública por
encima de cualquier otro tipo de gasto público, como la sanidad o la
educación. Esto sirve sobre todo a los intereses de los mercados
financieros internacionales. Si ésa es la política del PSOE no va a
haber espacio de colaboración ninguno.
Con la que está cayendo, IU no despega en los sondeos más
allá de un 15%. ¿Qué está haciendo mal?
Está claro que muchos pensamos que se puede hacer las cosas mucho
mejor. Estamos en un proceso de reflexión continuo para ver qué se puede
mejorar y cómo ilusionar, para demostrar que IU es un instrumento útil
para hacer los cambios que se están pidiendo por parte de la sociedad.
La concepción del mundo de la ciudadanía no cambia tan rápido. Pero la
sociedad empieza a darse cuenta de que el bipartidismo que ha gobernado
durante 30 años no ha sido capaz de resolver algunos problemas
fundamentales. Todo esto debe inducir a que la gente busque
alternativas, e IU es una de ellas. Nuestro apoyo actual podría ser
mejor que ese 15% de las encuestas, pero no hay que olvidar que es una
cifra histórica. Sin ser autocomplacientes, hay que tener en cuenta las
limitaciones de una formación que viene de una travesía del desierto.
Hace apenas cinco años teníamos un 4% de los votos.
¿Ve posible una unión de fuerzas de izquierda siguiendo el
ejemplo de Syriza en Grecia?
Claro. El objetivo es unir a la gente de izquierda sobre principios
claramente situados dentro de las coordenadas de izquierda. Es un
proceso que hay que trabajarlo con mucho cariño y generosidad porque
venimos de diferentes tradiciones históricas.
¿Cuándo los manifestantes piden un cambio radical del sistema
al son de ‘No nos representan’, se da por aludido?
Yo les entiendo. Pero no hay una generalización. La gente no está
harta de la política. La gente está en las calles y en los bares
defendiendo sus ideas políticas. Pero está harta, con toda la razón del
mundo, de un determinado tipo de política, la de la corrupción, los
sobres, la Gürtel, los EREs, la política del chanchulleo, del
caciquismo. También nosotros estamos en contra de esta política. Hay que
reivindicar otro tipo de política más democrática, más horizontal, más
participativa, lo cual va a necesitar inevitablemente una nueva
constitución. Lo que vemos en las calles es precisamente la solicitud de
una mayor participación, que las instituciones actuales no ofrecen. La
gente ha comprendido que un gobierno como el de Rajoy se vota una vez
cada cuatro años y luego puede hacer cosas incluso contrarias a su
propio programa.
Alguien que quiera cambiar las cosas en este país, ¿mejor que
se apunte a un partido o que se movilice en la calle?
Se pueden hacer las dos cosas. Yo hago ambas cosas, como la mayor
parte de la gente de IU. Ambas son necesarias.
A mí Garzón me parece un soplo de aire fresco. Espero que no cambie y no se deje seducir por los cantos de sirena del resto de políticos.
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